15 ene 2009


A riqueza erótica da lingua
A NOSA TERRA 15.01.2009. Imaxe: Brancusi.

"Se non imos todos xuntos, imos ó carallo”, dixo hai anos un moi relevante político galego nun recente acto electoral. A anécdota de Fraga lembroume a riqueza polisémica deste concepto na nosa lingua, desde tempos ben antigos: o noso trobador medieval Fernando Esquío xa xogou no seu día, nunha das súas cantigas satíricas, coa diferenza entre estar “encaralhado” (potente sexualmente) ou “escaralhado” (impotente), dúas cousas ben distintas só con cambiar unha letra, como sabía o frade protagonista do poema, ao que lle chegaban a parir tres mulleres nun día “e outras muytas prenhadas que ten...”. Os poetas medievais usaron derivados tan transparentes como “caralhote” e “caralho francés” ou “caralho de mesa”, curiosos artefactos estes últimos que nos revelan que a modernización tecnolóxica no erotismo ten moitos séculos enriba.
A familia semántica do concepto citado é aínda maior: hai que engadir , entre outras, formas como “ben”, “cavalo”, “peón”, “pisso” e “rabo”, citadas todas na magnífica “Antoloxía de poesía obscena dos trobadores” de X. Bieito Arias Freixedo (Positivas, 1993). Son as cousas da riqueza do idioma. Só queda por saber qué políticos van saír da próxima liorta electoral, aló polo 1 de marzo, “encaralhados” e cales quedarán “escaralhados”...
Ós segundos pódelles servir de consolo o saber que todo está inventado hai xa moito tempo. Entre as primeiras películas gravadas na historia do cine hai xa cintas eróticas ou pornográficas: seica cando as actrices eran negras, nin sequera actuaba a censura porque non se consideraban como seres humanos. En todo caso, a nosa cultura ten unha riqueza no potencial erótico da súa lingua que non debe ser desprezada.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Santiago Sierra, Los Penetrados.

Anónimo dijo...

Cuenta la leyenda que en un árbol
se encontraba encarallado
un indiecito gauaraníiiiii

Anónimo dijo...

Juele a c*** beibe (Herdeiros da Crus)

Anónimo dijo...

Soraya Sáenz de Santamaría puede hacerse las fotos que le plazca. Y también es mayorcita para calcular la reacción que las imágenes provocarán entre muchos dirigentes de su partido. Lo que es impresentable, en cambio, es el habitual doble rasero de la derecha. Cuando las ministras del Gobierno socialista posaron para la revista Vogue, en agosto de 2004, el PP lanzó todo tipo de improperios. Con su habitual fineza intelectual, el pobre Mariano aseguró que “mientras subía el petróleo” las ministras se dedicaban “a hacer el ridículo”.

Hoy, con cuatro años y medio de retraso, el pobre Mariano admite que el PP no debería haber criticado a las ministras de Zapatero. Y pide que a la vaporosa Soraya se le juzgue únicamente “por su actividad política”. La rectificación se quedó a medias, eso sí, ya que no incluyó ninguna petición de disculpas a las ministras insultadas desde 2004.

Desde luego, hay políticos más rápidos que el pobre Mariano. Cuatro años y medio para darse cuenta de un error es un tiempo más que razonable. Y también hay políticos más honrados que el pobre Mariano, que rectifica en un tema que no deja de ser menor, pero sigue sin admitir públicamente sus culpas en asuntos como “los hilillos de plastilina” del Prestige o su “seguridad” de que el 11-M había sido obra de ETA. Por poner sólo los dos ejemplos más claros de mentiras gigantescas que en cualquier otro país le habrían costado la carrera a un político.

¿Y Soraya qué? En el PP están convencidos de que las fotos insinuantes no le harán ningún bien. Ese es también el argumento de Lucía Méndez, la mejor columnista de El Mundo, que sostiene lo siguiente:

¿Tenía Soraya Saénz de Santamaría alguna necesidad de posar en una actitud tan poco compatible con la responsabilidad que conlleva su puesto de portavoz de un grupo de 154 diputados? ¿Cómo no se dio cuenta de que esa foto le iba a dar un disgusto? ¿En qué estaba pensando cuando el fotógrafo le aconsejaba cómo insinuarse ante el objetivo de la cámara?

A nadie se le ocurre dar munición al enemigo para que te dispare.Soraya Sáenz de Santamaría le ha dado alimento a los lobos que la están esperando en cada esquina del hemiciclo. Comida morbosa para más señas porque remite a la sexualidad femenina en todo su esplendor y a la vieja idea de que las mujeres se ven en los ojos de los hombres.

Escéptico se muestra también Fermín Bouza, quien teme que “Don Lo Rancio” sigue campando a sus anchas entre la derechona española:

Si la foto de Soraya fuese el anuncio de un cambio de aires en la derecha hispana, tendría que ser bienvenida. Lo es en todo caso, aunque no anuncie nada. Y lo es por el mero hecho de inquietar a Lo Rancio, ese señor que asoma por detrás de la oreja de Rouco cada vez que hay que atizarle a los avances cívicos y defender mi libertad para prohibir la libertad de los otros. Pero me temo que es un episodio aisladísimo y que Soraya va a ser obligada a calzarse la doble faja corsetera y a presentar sus respetos a Lo Rancio. Hay que ponerse en lo peor tratándose de nuestra derechona. Queda lejos ya algo que quizá la UCD tenía, como representante eventual y breve de una derecha imposible: la distancia con ese mundo cutrón que el franquismo recreó sobre las ruinas de la República. Algo de ese mundo (o mucho) se pega al fondo de este país y no se quiere ir. Lo Rancio es el jardinero de tal jardín. Pondrá firme a Soraya… ¿O no?.