26 oct 2006


Poetas da guerra.
(Pan por Pan xoves 26 outubro)

Dende a Sección de Literatura do Liceo estamos a conmemorar nestes días a catro grandes voces da literatura española: Miguel Hernández, Antonio Machado, Unamuno e Federico García Lorca. Onte tivemos un recital cun grupo de 25 mozos e mozas de varios institutos, que leron os seus textos: un encontro emotivo e enriquecedor para todos os que alí estabamos, mozos e maiores. Entre todos eles quizais estea máis esquecida a inmensa figura, de curta vida, de Miguel Hernández (na imaxe), o creador de “Nanas de la cebolla”, “El niño yuntero”, “Umbrío por la pena” ou “Canción del esposo soldado”. De orixes moi humildes, Neruda chamouno “o reiseñor pastor de cabras” e demostrou que a sensibilidade aniña en todas as clases sociais. Tamén nos lembramos de Manuel Gómez del Valle: pechamos o acto co seu xigantesco “Manifiesto pastoril a los niños pobres del campo”.
(Nota: o Liceo fará nos próximos meses unha homenaxe semellante dedicada ós poetas galegos e con obra en galego vítimas da guerra, como Roberto Blanco Torres, ou condenados ó exilio)

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Amigo Marcos: poucos poemas superan en emoción e intensidade este "A Miguel Hernández, asesinado en los presidios de España", de Pablo Neruda. Creo que paga a pena reproducilo na súa totalidade:

A MIGUEL HERNÁNDEZ, ASESINADO EN LOS PRESIDIOS DE ESPAÑA

LLEGASTE a mí directamente del Levante. Me traías,
pastor de cabras, tu inocencia arrugada,
la escolástica de viejas páginas, un olor
a Fray Luis, a azahares, al estiércol quemado
sobre los montes, y en tu máscara
la aspereza cereal de la avena segada
y una miel que medía la tierra con tus ojos.

También el ruiseñor en tu boca traías.
Un ruiseñor manchado de naranjas, un hilo
de incorruptible canto, de fuerza deshojada.
Ay, muchacho, en la luz sobrevino la pólvora
y tú, con ruiseñor y con fusil, andando
bajo la luna y bajo el sol de la batalla.

Ya sabes, hijo mío, cuánto no pude hacer, ya sabes
que para mí, de toda la poesía, tú eras el fuego
azul.
Hoy sobre la tierra pongo mi rostro y te escucho,
te escucho, sangre, música, panal agonizante.

No he visto deslumbradora raza como la tuya,
ni raíces tan duras, ni manos de soldado,
ni he visto nada vivo como tu corazón
quemándose en la púrpura de mi propia bandera.

Joven eterno, vives, comunero de antaño,
inundado por gérmenes de trigo y primavera,
arrugado y oscuro como el metal innato,
esperando el minuto que eleve tu armadura.

No estoy solo desde que has muerto. Estoy con los que
te buscan.
Estoy con los que un día llegarán a vengarte.
Tú reconocerás mis pasos entre aquellos
que se despeñarán sobre el pecho de España
aplastando a Caín para que nos devuelva
los rostros enterrados.

Que sepan los que te mataron que pagarán con sangre.
Que sepan los que te dieron tormento que me verán
un día.
Que sepan los malditos que hoy incluyen tu nombre
en sus libros, los Dámasos, los Gerardos, los hijos
de perra, silenciosos cómplices del verdugo,
que no será borrado tu martirio, y tu muerte
caerá sobre toda su luna de cobardes.
Y a los que te negaron en su laurel podrido,
en tierra americana, el espacio que cubres
con tu fluvial corona de rayo desangrado,
déjame darles yo el desdeñoso olvido
porque a mí me quisieron mutilar con tu ausencia.

Miguel, lejos de la prisión de Osuna, lejos
de la crueldad, Mao Tse-tung dirige
tu poesía despedazada en el combate
hacia nuestra victoria.
Y Praga rumorosa
construyendo la dulce colmena que cantaste,
Hungría verde limpia sus graneros
y baila junto al río que despertó del sueño.
Y de Varsovia sube la sirena desnuda
que edifica mostrando su cristalina espada.

Y más allá la tierra se agiganta,
la tierra
que visitó tu canto, y el acero
que defendió tu patria están seguros,
acrecentados sobre la firmeza
de Stalin y sus hijos.
Ya se acerca
la luz a tu morada.
Miguel de España, estrella
de tierras arrasadas, no te olvido, hijo mío,
no te olvido, hijo mío!
Pero aprendí la vida
con tu muerte: mis ojos se velaron apenas,
y encontré en mí no el llanto,
sino las armas
inexorables!
Espéralas! Espérame!

Pablo Neruda

bouzafria dijo...

O debuxo máis coñecido de Miguel Hernández foi feito por Antonio Buero Vallejo, que, seica, compartía cela no cárcere.
Lin nun vello exemplar de Historia 16 - que non teño a man e non podo dar máis datos -, a historia contada por outro compañeiro de cadea de Miguel Hernández de como foron os seus xuízos: mala copia do Proceso de Kafka: o avogado defensor recibía os autos ao mesmo tempo que o acusado entraba na Sala, non existía acusación formal, non había testemuñas da defensa...
Intentarei localizar o exemplar e postealo.
Na banda estrictamente poética: na miña persoal apreciación de mero lector, "El rayo que no cesa" é para min o melor libro de poesías do século XX escrito en castelán: insuperable poesía amorosa, tristeza que o envolve todo.

Anónimo dijo...

Totalmente de acordo con bouzafria. "El rayo que no cesa", como poemario de temática amatoria e anguria vital, abrángueo todo. Desde que me acheguei á poesía de Miguel Hernández este libro converteuse nunha das miñas obras de cabeceira, imprescindíbel sempre. Tamén é un magnífico poemario "Viento del pueblo", aínda que a súa concepción e posterior desenvolvemento, por mor da fraticida guerra, provocou que algúns dos seus versos fosen algo panfletarios de máis. Con todo é, tamén, un libro extraordinario e valente.

paideleo dijo...

Muitas veces pregúntome que sería deste país se non chegase a haber esa guerra.