13 mar 2010

El rigor leve
Manuel Ángel Candelas Colodrón
Faro de Vigo, 13.03.2010

No sé si sus libros formarán parte del canon de la literatura española de la segunda mitad del siglo XX, si se tiene en cuenta el implacable juicio del tiempo en las obras de los autores que ahora son tan reconocidos. Pero creo justo reconocer que varias generaciones, aquellas que leyeron El camino como libro recomendado en el bachillerato, le guardan aprecio y le deben afición y placer por la literatura. Cinco horas con Mario le sigue en estimación entre sus novelas, aumentada por la naturaleza innovadora del terrible monólogo de Menchu ante el cadáver de su marido y por las referencias a la superación de los dos bandos irreconciliables de la guerra civil y al clima represivo y asfixiante de la España de postguerra. Otras obras, del amplio elenco de novelas que compuso a lo largo de casi 50 años, pueden permanecer en la memoria de muchos lectores, a veces ayudados por las imágenes cinematográficas que trasladaron su prosa: el tremendo relato de Las ratas, la inolvidable dureza de Los santos inocentes, la más intimista Mi idolatrado hijo Sisí o la casi circunstancial El disputado voto del señor Cayo, que en plena transición ofreció los atisbos del desencanto político. Memorable resulta para sus lectores Señora de rojo, sobre fondo gris, por la carga emotiva que posee saber o intuir que el dolor por la muerte de su mujer Ángeles, a quien siempre el autor vallisoletano profesó un amor profundísimo, está detrás de este desgarrón afectivo. El hereje, escrito en 1998, en la antesala de la enfermedad que le postró durante los últimos años de su vida, demostró que su magisterio no sólo se mantenía incólume sino que fue capaz de escribir la que a mi juicio constituye su más brillante novela. Concebida como una novela histórica, en el marco de las guerras religiosas europeas de mediados del siglo XVI, con los movimientos reformistas espirituales de esa época de fuego y sangre (luteranos, erasmistas, iluminados), Delibes construyó un personaje fascinante, Cipriano Salcedo, un derrotado de la intolerancia y del fundamentalismo religioso en el Valladolid comercial del Renacimiento. Como último legado literario es difícil concebir más extraordinaria muestra. Si la literatura de Delibes trata de ocupar un lugar en el Parnaso, con un dominio muy notable de la lengua, reconocible por la propiedad léxica y su vocabulario riquísimo, una rara unanimidad, sin embargo, suscita su figura. Resulta extraña una admiración tan compartida en un país de tantas enconadas diferencias. Es muy probable que la ubicación de Delibes en una especie de intersección de todas las ideologías, dentro de un humanismo amable, case franciscano, sobrio y estoicista, modesto y humilde, compasivo en suma, pueda favorecer tal coincidencia de pareceres. Su constante defensa de la armónica relación del hombre con la naturaleza (incluso con su apología de la caza) o de la íntima comunión de ética y estética aumenta su forjada imagen de independencia y rigor personal. La ausencia voluntaria del agitado mundillo literario añade una nota de severidad moral, a ese carácter, lo que contribuye a la mayor estima de sus conciudadanos. Las imágenes de las miles de personas que acompañan su muerte en su Valladolid, ofreciéndole sus respetos, ejemplifican ese carisma inhabitual en otros escritores. Séale la tierra de Castilla, de su Castilla, como él a ella le fue: leve.

7 comentarios:

arume dos piñeiros dijo...

No meu kiosko habitual, La Razón e Público van sempre xuntos. Hoxe os dous pugnaban por magnificar na portada a figura de Delibes. Moi ilustrativa esta xustificada apropiación da súa persoalidade moral e literaria.

Xosé M. González dijo...

Severidade moral e humildade; esta última, posiblemente -non o seguín dabondo- sen afectación. Un esteo, ou referente desapercibido.

Anónimo dijo...

"No sé si sus libros formarán parte del canon de la literatura española de la segunda mitad del siglo XX, si se tiene en cuenta el implacable juicio del tiempo en las obras de los autores que ahora son tan reconocidos."

Jarrapellejos, Volvoreta, La Familia de Pascual Duarte, Lola Espejo Oscuro, La Úlcera, El Jarama, Juan Benet y su Región, Tiempo de Silencio,Gran Sol, Un día volveré, La verdad sobre el caso Sabolta, Nada, Entre visillos, Requiem a cinco voces, Francisco Candel y su logomaquia, eu que sei... Unha listaxe interminable. ¿Quen vai elaborar o canon da literatura española do século XX? ¿Seguirán os canonistas pedindo desculpas por incluir libros "menores" como ven sendo o caso de La Lozana Andaluza no canon correspondente?

¿Deberemos contar con Silver Kane á hora de elaborar o canon do século XX?

Corín Tellado e Marcial Lafuente Estefanía parece que non entrarán. José Mallorquí semella esquecido, a pesar de que a prosa de Los Bustamante, por exemplo, resultase máis que correcta. E as tramas bastante ben artelladas. ¿E Víctor Mora? ¿Lembrarémolo só polo Capitán Trueno?

El Padre Coloma e Jeromín. Maxence van der Meersch, a quen devoramos sen paraxe nos anos engagés. Dios hablará esta noche. Michel Quoist e as súas Oraciones para rezar por la calle. El traductor, José Luis Martin Descalzo, explicaba que eliminaran unha que trataba sobre a morte dun alxerino, porque o problema do racismo non tiña presenza na nosa magnánima España.

Se eu tivese que salvar só a dous escritores españois de todos os tempos, non o dubidaría: Quevedo e Valle Inclán.

De Quevedo non vou dicir nada. De Valle, pese ó seu carácter innovador, refundador, iconoclasta e rompedor, agresivo e corrosivo, pódense establecer todas as fontes. Todas, ata resultar, endemoñadamente, claro, ¡tan falto de orixinalidade!

¡Viva Shekadpeare!

Vou abrir unha botella de Patrimo Irpina Rosso á boa ventura do señor Candelas Colodrón.

(Non ouso asinar como meu nick)

Anónimo dijo...

¿Estás trompa?

Estou.

Daquela, non digo máis.

Anónima dijo...

Non é que ese Anónimo do sáb. 13 estea borracho, é que é un tipo cos miolos esfarelados, cousa non rara neste Ourense baltariano (si non é de Ourense, paréceo).

Anónimo dijo...

IN TABERNA


11. Estuans interius

Estatus interius
ira vehementi
in amaritudine
loquor mee menti:
factus de materia,
cinis elementi
similis sum folio,
de quo ludunt venti.

Cum sit enim proprium
viro sapienti
supra petram ponere
sedem fundamenti,
stultus ego comparor
fluvio labenti,
sub eudem tramite
nunquam permanenti.

Feror ego veluti
sine nauta navis,
ut per vias aeris
vaga fertur avis;
non me tenent vincula,
non me tenet clavis,
quero mihi similes
et adiungor pravis.

Mihi cordis gravitas
res videtur gravis;
iocis est amabilis
dulciorque favis;
quicquid Venus imperat,
labor est suavis,
que nunquam in cordibus
habitat ignavis.

Via lata gradior
more iuventutis
inplicor et vitiis
immemor virtutis,
voluptatis avidus
magis quam salutis,
mortuus in anima
curam gero cutis.

12. Cignus ustus cantat

Olim lacus colueram,
olim pulcher extiteram,
dum cignus ego fueram.

Miser, miser!
modo niger
et ustus fortiter!

Girat, regirat garcifer;
me rogus urit fortiter;
propinat me nunc dapifer.

Miser, miser!
modo niger
et ustus fortiter!

Nunc in scutella iaceo,
et volitare nequeo
dentes frendentes video:

Miser, miser!
modo niger
et ustus fortiter!

13. Ego sum abbas

Ego sum abbas Cucaniensis
et consilium meum est cum bibulis,
et in secta Decii voluntas mea est,
et qui mane me quesierit in taberna,
post vesperam nudus egredietur,
et sic denudatus veste clamabit:

Wafna, wafna!
quid fecisti sors turpissima?
Nostre vite gaudia
abstulisti omnia!

14. In taberna quando sumus

In taberna quando sumus
non curamus quit sit humus,
sed ad ludum properamus,
cui semper insudamus.
Quid agatur in taberna,
ubi nummus est pincerna,
hoc est opus ut queratur,
si quid loquar, audiatur.

Quidam ludunt, quidam bibunt,
quidam indiscrete vivunt.
Sed in ludo qui morantur,
ex his quidam denudantur
quidam ibi vestiuntur,
quidam saccis induuntur.
Ibi nullus timet mortem
sed pro Baccho mittunt sortem.

Primo pro nummata vini,
ex hac bibunt libertini;
semel bibunt pro captivis,
post hec bibunt pro captivis,
quater pro Christianis cunctis,
quinquies pro fidelibus defunctis,
sexies pro sororibus vanis,
septies pro militibus silvanis.

Octies pro fratribus perversis,
nonies pro monachis dispersis,
decies pro navigantibus,
undecies pro discordantibus,
duodecies pro penitentibus,
tredecies pro iter agentibus.
Tam pro papa quam pro rege
bibunt omnes sine lege.

Bibit hera, bibit herus
bibit miles, bibit clerus,
bibit ille, bibit illa,
bibit servus, cum ancilla,
bibit velox, bibit piger,
bibit albus, bibit niger,
bibit constants, bibit vagus,
bibit rudis, bibit magus.

Bibit pauper et egrotus,
bibit exul et ignotus,
bibit puer, bibit canus,
bibit presul et decanus,
bibit soror, bibit frater,
bibit anus, bibit mater,
bibit ista, bibit ille
bibunt centum, bibunt mille.

Parum sexcente nummate
Durant, cum immoderate
bibunt omnes sine meta.
Quamvis bibant mente leta,
sic nos rodunt omnes gentes,
et sic erimus egentes.
Qui nos rodunt confundantur
et cum iustis non scribantur.

Xoán Ramón Díaz dijo...

Meu querido Xosé M. González, ¿cal é o alicerce -esteo, xa que logo- que sostén a man do que escribe unha novela?

A min abrúmame o feito de escribir. Outros paren páxinas coma quen dá voltas a manivela da vietnamita -xa comprende que vai con segundas-.

Eu non ouso, nin sequera, ser referente de nada. Mais, cando escribo, penso que nin unha soa palabra debe ser menosprezada.

Talvez, se escribes en galego a obriga e dobre. Ou dupla. Porque aínda habitamos o desencontro.

Apertas, amigo. Ata a próxima.