5 abr 2006


Unha escolma persoal: cen poemas (1)

Inicio agora, neste blog, unha escolma persoal de poemas de autores galegos. Unha escolma tan persoal que non necesita explicitar a súa razón de ser: algúns versos estarán aí pola súa indiscutíbel calidade, outros sinxelamente porque no seu momento foron capaces de comunicarme algo moi especial, outros porque dalgún xeito forman parte da miña biografía (e de moitas outras persoas da miña quinta).
A maioría deles estarán en galego, pero haberá excepcións. E unha delas é este poema, o primeiro da miña escolma, que non podía, de ningún xeito, quedar fóra.
Poucas veces un poeta foi quen de deitar tanta autenticidade na súa expresión: versos estarrecentes, contundentes, profundos, obsesivos, que nunca se foron da miña cabeza desde a primeira vez que foron lidos. Aí está toda a filosofía do mundo: no corpo inerte dun neno no depósito de cadáveres, nese "trocito de silencio/ que te llevas de este mundo".
Se a alguén lle interesa, o poema é comentado brevemente no volume de Luz Pozo Garza, "A bordo de Barco sin Luces ou o mundo poético de Luís Pimentel" (Ed. Sotelo Blanco, 1990, pp. 22-23). Eu, que non son poeta, creo que despois de escribir versos coma estes unha voz tan auténtica como a de Pimentel xa xustificou o seu paso polo mundo.

En el depósito de cadáveres hay un niño

Ya se marchó el ministro del Señor
-visita de cumplido-
y su hisopo lleno de rutina.
Tú creías que era un sonajero,
y quedaste muerto jugando con la lluvia.

El depósito de cadáveres es grande para ti.
Y la negra mesa.
Y tu sombra.
Y el silencio de cemento húmedo.

Tú y yo nos entenderemos eternamente.

Llega hasta aquí una canción herida
que se cae y se levanta.
Viene del misterio de los remansos,
en el río, bajo los chopos,
donde las barcas atadas
vigilan las estrellas que quieren ahogarse.

La ciudad no sabe nada de estas cosas,
y en tu cuerpo aún ha quedado
una luz tenue que alumbra el depósito:
la muerte, que ha untado tus mejillas
de una cosa demasiado seria.

Pero en sus ojos aún existen
diminutos jardines encendidos
por los que jamás anduvieron tus pies,
tu pequeñita sombra.

Estás conmigo,
con las manos cerradas, apretadas,
sin querer soltar ese trocito de silencio
que te llevas de este mundo.

(Luís Pimentel, Barco sin Luces, 1960).

7 comentarios:

Anónimo dijo...

A PROPÓSITO DE “BARCO SIN LUCES”
por David Simón Lorda
(Publicado en Auriensis (Revista del Colegio de Médicos de Ourense) en otoño de 2001).

"Así se titula el bello libro de poemas del Dr.Luis Pimentel (Lugo, 1895-Lugo, 1958) que en una cuidada edición acaba de reeditar( Enero 2001) la editorial ourensana Linteo.
Confieso que conocía solo de nombre a Luis Pimentel, y que me sonaba haber visto el lomo de su libro “Sombras de aire na herba” en alguna estantería de casa de un familiar. Sin embargo no fue hasta el verano del 2000 cuando documentándome acerca de historias de la medicina gallega, me interesé por este poeta y médico lugués .
Pimentel, encerrado en su mundo, su clínica y su provincia, desarrolló a lo largo de un extenso y a veces crítico período una obra poética casi desconocida fuera del ámbito más cercano hasta que es “descubierta” primero por Dámaso Alonso y luego por otra serie de investigadores como Claudio Rodríguez Fer , Murado y Xesús Alonso Montero. A él se le dedicó el Día das Letras Galegas de 1990.
Traigo “Barco sin luces “ a estas páginas porque los contenidos en el capítulo “Diario de un médico de guardia” hacen referencia directa a su experiencia como médico en el Hospital Provincial de Lugo, y contiene poemas de sublime ternura y dolor a la vez, que merecen ser conocidos y traídos a las páginas de “Auriensis”: “Un mendigo en el quirófano”, “En el depósito de cadáveres hay un niño” “Sala San Juan de Dios”, “Sala de Cirugía”....

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EN EL DEPÓSITO DE CADÁVERES HAY UN NIÑO

Ya se marchó el ministro del Señor
-visita de cumplido-
y su hisopo lleno de rutina.
Tú creías que era un sonajero,
y quedaste muerto jugando con la lluvia.

El depósito de cadáveres es grande para ti.
Y la negra mesa.
Y tu sombra.
Y el silencio húmedo.

Tú y yo nos entenderemos eternamente.

Llega hasta aquí una canción herida
que se cae y se levanta.
Viene el misterio de los remansos,
en el río, bajo los chopos,
donde las barcas atadas
vigilan las estrellas que quieren ahogarse.

La ciudad no sabe nada de estas cosas,
y en tu cuerpo aún ha quedado
una luz tenue que alumbra el depósito:
la muerte, que ha untado tus mejillas
de una cosa demasiado seria.
Pero en tus ojos aún existen
diminutos jardines encendidos
por los que jamás anduvieron tus pies,
tu pequeña sombra.

Estás conmigo,
con las manos cerradas, apretadas,
sin querer soltar ese trocito de silencio
que te llevas de este mundo.
(L.Pimentel, en “Barco sin luces”)

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He releído el libro muchas veces, pero ahora vuelvo a él ya que la muerte acabar de visitar a varios de mis seres queridos (niños y mayores), y ni yo ni los míos comprendemos el porqué...Vayan dedicados a todos estas letras....Gracias, doctor Pimentel".

galeidoscopio dijo...
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galeidoscopio dijo...

Se che presta, poderias incluir tamén narrativa (fragmentos ou relatos breves).
Un saúdo.

Marcos Valcárcel López dijo...

Para Galeidoscopio: pensarei na túa oferta-opción, textos narrativos breves, pero en calquera caso sería noutra serie por separado. Esta quero reservala só para eses 100 poemas da miña biografía: así tamén me obrigo a min mesmo a pensalos e recollelos.

torredebabel dijo...

non coñecía o poema e teño que decir que quedei sen ar despóis de le-lo e cun nó na boca do estómago. Coido que algo diso é a poesía...

Anónimo dijo...

Veña home pon outro poema xa. Estamos esperando ansiosos.

Anónimo dijo...

Descoñecía este poema de Pimentel.
Mágoa que non estivera escrito no meu idioma!