12 feb 2007


Máis sobre Alexandre Finisterre
Esculcando por aquí e acolá, encontrei algúns materiais sobre A.Finisterre, que quizais interesen ós meus lectores/as. Por exemplo, na rede, hai un traballo (en PDF) de Carme Blanco Ramos, titulado "Conversa con Alexandre Finisterre" e publicado na revista Madrygal, da Complutense de Madrid (2000).
E remexendo o meu arquivo particular, encontrei a Finisterre entre os poetas emigrados e exiliados en América (ademais de Seoane, Varela e Pita, nomes máis esquecidos como Alberto Vilanova, Manuel Prieto Marcos, Carlos Penelas, J. Vázquez Gayoso, Xosé Conde ou Eduardo G. Ananín, este residente hoxe en Ourense). E sobre Finisterre hai un amplo e rigoroso estudo de ANTÓN CAPELÁN, "Alexandre Finisterre, poeta e editor esquecido", publicado en A Nosa Terra, 3 xuño 1993. Deste último traballo vou reproducir un anaquiño sobre a poesía máis satírica e revoltosa do fisterrán, da etapa de Felipe González no poder (agardo que non se me enfaden Leituga e outros lectores socialistas):
"Pero dominando toda a creación poética de Alexandre Finisterre están un humor desmitificador e un constante xogo e manipulación do signo lingüístico, particularmente perceptible na serie de poemas satíricos da década socialista con que se abre Cantos rodados. O texto titulado “Felinillo” constitúe un bo exemplo desta faceta da súa poesía:

Feli pillo:
Fet li pillo
Feli putsch- Suresnes pillo
Feli fliks(malesas pillo:
Feli shaffs/filesas pillo:
Feli cinisneros pillo:
Feli shori-guerras pillo:
Feli three-solanas pillo:
Feli gal/corcueras pillo:
Feli cara Turas pillo:
Feli putifules pillo:
Feli willy-olleros pillo:
Feli timo/timesports-
Rub/ibercops pillo:

Feli Flic-Mordazas:
Felipillo
Falso y pillo.

¡Malage
Felipillaje!

Feli felino
Canino:
Feli felón
Guernicabrón.

(En “Cantos Rodados”, Libertarias, Madrid, 1992).
"

8 comentarios:

Manuel Ángel Candelas Colodrón dijo...

Un fenómeno, sen dúbida. Eu teño por seguro que só un socialista que se precie pode admirar e celebrar estes versos.
E a foto?

Anónimo dijo...

Eu tamén os aprecio, e non sei ben se deberei considerarme un socialista. Descoñecía a faceta literaria de Alexandre de Fisterra. E gustaríalle a canción d'Os Diplomáticos?

Marcos Valcárcel López dijo...

A foto sae hoxe en GALICIA HOXE. Polo cartel do fondo debe ser de cando se fixo a Feira das Mentiras en Compostela, con Manu Chao, non?

insomniorizar dijo...

e ademais do da quintana tamén sería fermoso encher a esplanada do faro de fisterra de futbolíns e alí celebrar unha gran homenaxe. sería unha foto inmellorable

Anónimo dijo...

NECROLÓGICAS DE EL PAIS
JUAN CRUZ
Alejandro Finisterre (Fisterra, A Coruña, 1919), editor e inventor del futbolín, vivió en el exilio en Francia, Ecuador, Guatemala y México. En 1973 organizó en México, en el bosque de Chapultepec, el homenaje a León Felipe. En España fue también un agitador cultural. Murió en Zamora el 8 de febrero.
Él hubiera querido pasar a la historia, o vivir la historia, como el hombre que dio su vida para que la gente no se olvidara de León Felipe, el poeta zamorano que murió en el exilio, en México, pero la tozuda realidad siguió diciendo, hasta su muerte, que lo que verdaderamente le llevó a los libros de biografías fue su invención del futbolín. Era Alejandro Campos Ramírez, se llamó a sí mismo Alejandro Finisterre, y vivió, como su amigo León Felipe Camino, en el exilio mexicano. Murió en Zamora, de donde era su poeta más querido. Sus cenizas están esparcidas en el Duero y se esparcirán también en Fisterra, su tierra.
Alejandro Finisterre fue quien en 1973 organizó en México, en el bosque de Chapultepec, el gran homenaje del exilio a León Felipe. Allí congregó, con los medios que le permitió el Gobierno de Luis Echevarría, a intelectuales de España y del exilio, así que pudieron verse por los pasillos del Hotel Camino Real de la capital mexicana a personajes como Ramón Xirau, Francisco Giner de los Ríos o Juan Marichal con escritores como José Miguel Ullán, Ramón Chao o Celso Emilio Ferreiro. El encuentro propició tenidas republicanas junto a la ciudad de Azaña, conciertos poéticos, y, finalmente, el gran fin de fiesta de homenaje a León Felipe, cuya escultura en bronce, majestuosa, está desde entonces en el espléndido bosque de Chapultepec. Finisterre estaba muy orgulloso de haber dejado para siempre a León Felipe en esa geografía que amaron los dos.
Finisterre, que estaba detrás de la organización de aquel magno encuentro del exilio interior con el exilio exterior español, era un hombre tímido, algo retraído, sonriente y eficaz. Detrás de sí llevaba la leyenda, que respondía a la realidad, de haber inventado el futbolín. Hablaba poco de ello, a no ser que le preguntaras, y si lo hacías podías percibir en su rostro un rubor inmediato, como si le estuvieras levantando un velo a su adolescencia. Porque era prácticamente un adolescente cuando tuvo la ocurrencia del futbolín.
Fue muchas más cosas: peón de albañil, aprendiz de imprenta y bailarín de claqué (para lo cual tenía una planta excelente), en la compañía de Celia Gámez. Como contaba aquí en noviembre Xosé Manuel Pereiro, cuando a Finisterre le operaron en A Coruña, fue el hijo del telegrafista de Fisterra; conoció en seguida la guerra y el exilio, y volvió a su pueblo, muchas veces, en busca de un ánimo gallego, y de un acento, que no perdió ni con el contacto suramericano, que fue abundante, ni con el contacto francés, que también vivió en la primera etapa de su exilio. A los 15 años se fue a estudiar a Madrid y allí ensayó la bohemia. Durante la Guerra Civil sufrió heridas que le mantuvieron en cama, cavilando, hasta que dio con la fórmula para que los chicos jugaran al fútbol de pequeño formato, como jugaban al pimpón. Él contaba que, en el hospital donde se fue recuperando, los chicos añoraban sobre todo el fútbol, y él entendió que podía hacerles felices fácilmente. Recurrió a un carpintero que había en el centro sanitario, y con esta ayuda puso en marcha su invento. Ése fue el futbolín. En el camino del exilio a Francia perdió la patente. Pero una década más tarde fue la empresa que los fabricaba en España la que le dejó dinero para viajar a Suramérica. Vivió en Ecuador, en Guatemala, y se fue a México, que fue la parte más abundante de su vida de exiliado.
Fue un editor muy comprometido con la obra del exilio, y cuando volvió a España, en torno a 1976, siguió tratando de convertir el trabajo de los exiliados en una obra de vida permanente, en las librerías y en las actividades públicas. Su entusiasmo por lo que hacía, y su empuje, contrastaba con esa timidez casi enfermiza que llenaba de rubor su rostro cuando contaba cualquier episodio de su larga peripecia.

Anónimo dijo...

Parece que foi boa xente; pódeselle perdoar ter escrito versos tan malos (qui sine peccato est vestrum primus lapidem mittat).

Anónimo dijo...

Non me enfado, non. Coñecín, xa moi maior, a Finisterre, que foi sempre un libertario, un anarquista. Non coincidíamos, dende logo, na valoración de Felipe González, pero si noutras moitas cousas.

Anónimo dijo...

Estimados amigos, me gustaría tener contacto con ustedes. Un saludo y un recuerdo libertario.

Carlos Penelas
www.carlospenelas.8k.com