7 sept 2007


en avión

Pan por pan venres 7 setembro

A finais dos 70 puxéronse de moda as películas de catástrofes, entre elas moitas de avións que escachifaban e cousas así. Non son entusiasta do xénero, pero lembro ver un episodio, non sei se de Spielberg, no que un trasno endiañado se dedicaba a estragar os motores dun avión en marcha ante a mirada aterrada dun pasaxeiro que padecía fobia a voar. Película pouco axeitada para Iberia, pero moi simpática. E se soben vostedes a un Boeing 757 e ven que o piloto ou o enxeñeiro xefe están matando unha cabra e untando o seu sangue no morro do avión, que pensarían? Pois tal cousa pasou nestes días en Katmandú onde, para conxurar unha cadea de avarías nun aeroporto, os xefes da compañía Nepal Airlines acordaron facer tal sacrificio dunha cabra branca e outra negra a Kal Bhairab, o deus nepalí da destrución. Funcionaría o amaño? E despois algúns rinse do San Benitiño!

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Fíxome moita graza,fai anos,unha anécdota contada polo "Selecciones".
Un piloto de avións moi cachondo, cando a nave empezaba a dar tumbos nas bolsas de aire quente da atmósfera,saía da cabina pra pasear entre os pasaxeiros,aparentemente absorto na lectura dun libro tiduado,en caracteres grandes, "Aprenda a voar en 12 lecciós".

Marcos Valcárcel López dijo...

http://peliculasdeculto.blogspot.com/2006/10/en-los-lmites-de-realidad.html

"CUARTO SEGMENTO"



Un hombre con miedo a volar se verá transportado a la más horrible de las pesadillas cuando cree ver en el ala del avión a un monstruo que intenta destruir el avión. Nadie más del pasaje le cree y le toman por loco. El hombre se debatirá entre la duda de si el monstruo es real o fruto de su imaginación.

Episodio dirigido por George Miller y escrito por Richard Matheson. Protagonizado por John Lightgow, realizando una interpretación increíble. Con una genial música de Jerry Goldsmith.

Este es con diferencia el mejor de todos los relatos de la película. Excelentemente dirigido, con una puesta en escena dinámica y enérgica, que supera al magnífico episodio de televisión “Nightmare at 20.000 feet” en el que se basa. Aquel estaba dirigido por Richard Donner, con guión de Richard Matheson y protagonizado por William Shatner. Curiosamente George Miller era el más desconocido y novato de los cuatro directores, pero dio una gran lección de cine desmarcándose con esta historia de terrores aéreos.

La historia nos transmite la paranoia de ese hombre con miedo a volar, que se ve envuelto en la más extraña y bizarra de las pesadillas. ¿Es real ese monstruo o es simplemente fruto de su mente confusa y aterrada?. Al final de la película sabremos la respuesta, pero lo más interesante no es el conocer el desenlace, sino el viaje hasta él y éste no podía ser más atractivo y emocionante. La cámara de Miller nos cuenta con estilo nervioso la odisea de John Lightgow y no pierde ni un segundo. En el primer plano ya estamos metidos en la historia (ese avión rodeado por una terrible tormenta) y poco a poco Miller demuestra su poder visual mediante momentos sencillamente geniales, la introducción del personaje de Lightgow aterrado dentro del baño del avión, el primer avistamiento del monstruo por parte de éste, el plano fijo del protagonista dudando si abrir o no la ventanilla, el enfrentamiento final con el monstruo o ese plano después del aterrizaje del avión con Lightgow hablando a cámara.

Curiosidades:

La mujer rubia que le pregunta a las dos azafatas si sucede algo en los servicios del avión al principio del relato, es Carol Serling, mujer de Rod Serling, creador de la serie original.

El productor de la nueva versión Frank Marshall, interpreta a uno de los mozos que revisan el ala del avión al final de la película.

Donna Dixon, la azafata más joven, se caso con Dan Aykroyd antes del estreno de la película.

Carol Serling lleva en sus manos un revista de "The twilight zone".

Los planos exteriores del avión fueron tomados de la película ¡Alarma! Vuelo 502 secuestrado (1972). Se le añadieron posteriormente efectos de tormenta.

(Comprobo nesta páxina que o episodio era de GEORGE MILLER EN Película producida por John Landis e Spielberg)

lourixe dijo...

Vamos a ver, por qué nos parece ridículo que o sacrificio de dúas cabras poida rematar co "gafe" dun aeroporto e pola contra admitimos como lóxico que un equipo de fútbol ou o xefe dun estado (El-Rei de España)subornen a boa vontade dun suposto apóstolo pagando o funcionamento dun Botafumeiro?

Anónimo dijo...

O do sacrificio é unha excusa.As cabras matámolas pra comelas,dándonos unha boa paparota con elas tódolos empregados do aeroporto e rematando así cós enfados entre nós que incidían na calidade do noso traballo...

Marcos Valcárcel López dijo...

(Para Lourixe) A min parécenme ridículas as dúas situacións, a do avión e as cabras e a do botafumeiro. No fondo, niso terás razón, son símbolos semellantes.

Anónimo dijo...

E que non van comparar a capacidade milagreira do noso San Benití,San Benití,San Benitiño,co Deus ese dos tre,tre,tres ollos.

Anónimo dijo...

¿Cómo podes saber se un avión é italián? Polos pelos debaixo das áas.

Anónimo dijo...

En canto as Españas se vexan surcadas de AVES (aínda que todos pasarán, milagreiramente, por Madrid), quedará para os probes de pedir o de viaxar en avión. Xa saben:
- hai que sair da casa con tempo, almorzado, mexado e persignado.
- hai que estar unha hora antes no aeroporto (se non hai retraso)
- tes que te espir antes de pasar polo control, e aínda así cachear hante cachear a conciencia.
- métente nuns asentos onde te tes que engruñar para coller neles, e xan non che dan o alpiste e a cuecacuela de balde
- poden pasar 20 minutos desde que o paxaro de ferro aterra e chegas á terminal
- outros 30 minutos agardando pola maleta (se non cha perderon ou escarallaron)
- taxi para chegar a destino.
A todo isto, nun voo a Madrid ou Barcelona a viaxe enteira durou 4 ou 5 horas.

Marcos Valcárcel López dijo...

Así o contou LA VANGUARDIA:
La vang. 5 set.
Sangre de cabra para un feliz vuelo
Nepal Airlines inmola dos cabras y unta su sangre en un Boeing 757 para conjurar una cadena de averías
El sacrificio ritual fue celebrado en un hangar de Katmandú, frente a la plana mayor de la compañía, dispuesta a confirmar que la fe es lo último que se pierde
9 comentarios


Jordi Joan Baños | Nueva Delhi. Corresponsal | 05/09/2007 | Actualizada a las 03:30h
El pasado domingo, Nepal Airlines restregaba la sangre de dos cabras recién sacrificadas por el morro aerodinámico de su Boeing 757. Con ello, los ingenieros de la compañía, incapaces de arreglar el sistema anticongelante de la nave, apaciguaban a Kal Bhairab, el dios nepalí de la destrucción. Horas después, en un tercer intento, el único Boeing operativo de la aerolínea conseguía surcar los cielos hasta Hong Kong, sin que tuviera que lamentarse destrucción alguna.
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Funcionarios de Nepal Airlines se disponen a sacrificar la cabra para el Boeing 757 en el Aeropuerto Tribhuvan Internacional en Katmandú / AFP / Nepal Photo Agency
Acabar con la racha
Nepal Airlines no levantaba cabeza desde hacía meses, después de que varias averías la obligaran a suspender sus vuelos durante quince días en agosto. Al fin, el ingeniero jefe dio con la solución: debían sacrificar dos cabras para aplacar la ira de Kal Bhairab, el dios nepalí de la destrucción, y ahuyentar el infortunio.
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PALABRAS CLAVE
Katmandú, Boeing, Hong Kong, Nepal, Boeing 757, Annapurna, Himalaya, África, Estado, Brunei, Everest
El sacrificio ritual fue celebrado en un hangar de Katmandú, frente a la plana mayor de la compañía, dispuesta a confirmar que la fe es lo último que se pierde. Durante días, el equipo de ingenieros había intentado sin éxito reparar uno de los dos únicos aviones nepalíes apto para vuelos internacionales.

En el primer vuelo fallido a Hong Kong viajaron 129 pasajeros, que el miedo redujo a 95 en el segundo intento, que se saldó igualmente con un apresurado regreso a Katmandú. La compañía nepalí de bandera estaba por los suelos -como su segundo Boeing, en un taller de Brunei desde el 1 de agosto- hasta que el jefe de ingenieros, PBS Kansakar, dio con la solución en sueños.

La deidad hindú Kal Bhairab, a la postre emblema de la compañía, le soltó un rapapolvo por no haberle ofrecido ninguna inmolación y reclamó ser resarcida de inmediato. Dicho y hecho, al día siguiente, una cabra blanca y otra negra eran ritualmente degolladas con una jukura, la daga curvada tradicional de los gurjas nepalíes.

La flotilla de Nepal Airlines, tanto internacional como interior, luce en su flanco una imagen protectora del dios Kal Bhairab, como si de un medallón "papá no corras" o de una estampita se tratara. Pero el rostro anaranjado y no precisamente tranquilizador del dios no ha traído demasiada suerte a Nepal

Airlines, que tiene un largo historial de accidentes, atrasos y cancelaciones. Tanto es así, que la industria turística nepalí tuvo que padecer que durante los primeros diez días de agosto la compañía aérea nacional suspendiera todos sus vuelos internacionales. Sus dos viejos Boeing estaban fuera de combate. Huelga decir que el presupuesto de Nepal, que acaba de salir de diez años de guerra civil, no está para muchas alegrías.

De hecho, Nepal Airlines fue hasta hace pocos meses Royal Nepal Airlines, lo que no significa que entonces su servicio fuera precisamente aristocrático. En el 2005 su presidente fue destituido por un desfalco mayúsculo. Ese mismo año, en diciembre, el impopular rey Gyanendra, que todavía le tomaba la medida a la corona, se tomó al pie de la letra el nombre de Royal Nepal Airlines y afanó uno de los dos aviones del Estado para viajar tres semanas por África. De la noche a la mañana, a causa del safari real, un 30% de los vuelos de la compañía fueron cancelados y un 20% sufrieron graves retrasos, con el consiguiente enojo de nacionales y extranjeros, y perjuicio para las arcas públicas.

Por todo ello, cualquier agencia de viajes nepalí recomendará al viajero que tome cualquier otra compañía antes que la aerolínea nacional. Afortunadamente, en los últimos años han proliferado compañías privadas nepalíes con aparatos más modernos para los vuelos interiores, aunque sus nombres sigan teniendo el acento sobrenatural -Yeti Air, Buddha Air- que permite soñar con cabras degolladas y dioses rigurosos.

Cabe añadir que los aeropuertos nepalíes están a la altura de sus aviones de bandera. Imposible comprar un periódico o un regalo. La seguridad es un coladero. Y la autodenominada sala vip de sus aeródromos nacionales parece el cuarto de la fregona. Eso sí, los vuelos a través de Nepal ofrecen vistas impagables del Everest, el Annapurna y otras cumbres legendarias de la cordillera del Himalaya. Si al iracundo Kal Bhairab le da la real gana.

Anónimo dijo...

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