19 ene 2008



Juan Cruz no Liceo (fotos Trebolle)
Moi interesante e fermosa a charla de Juan Cruz de onte no Liceo: "La busqueda de un libro en la biblioteca". Tanto na súa ampla introducción improvisada (dedicada ó seu amigo Carlos Casares) como no centro da intervención, lida pero con moito xeito, sobre as súas orixes como escritor dende a súa infancia, moi humilde, en Canarias.
Destes temas tamén trata no seu último libro, Ojalá octubre (Alfaguara), que comecei a ler onte e que me está a gustar moito. A cea posterior, que non foi moi longa (tiña que coller o avión en Vigo ás seis da mañá e aló o levou J.Luís Troitiña), foi ben saborosa en anécdotas, sobre todo a cargo de Xabier Casares: Juan Cruz suxeriulle que tiña que recoller por escrito ese rico anecdotario que tan ben conta (como o seu irmán) e eu insistínlle tamén na mesma idea. Sería un luxo poder lelo despois. Falamos moito de literatura, de Casares, algo (moito menos) de política, das Canarias, do periodismo (Cruz encaixou ben a miña crítica do tratamento despectivo de "galego" aplicado en El País a M. Rajoy cando se fala da súa "astucia e indefinición galega"), dos cregos, dos nomes de pía e dalgunhas cousas máis.
Na foto que me pasa Trebolle, á vista: M.V., Teresa Devesa, Gálvez (Universidade), José C. Martínez Pedrayo, Cristina Berg, Xabier Casares e, aínda que non se ven, nesas filas estaban tamén Xoán Fonseca, S. Bobillo e Stella Estrada. O Salón Nobre do Liceo estivo cheo e os comentarios escoitados foron todos moi favorables.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

CASARES, ORENSE, INSOMNIO
do blog de Juan Cruz.
Los amigos del Liceo de Orense organizan desde hace dieciocho años unas jornadas literarias que inició Carlos Casares. Durante años ayudé a Carlos, tan lamentablemente fallecido hace cinco años, cuando tenía 60, a llevar hasta ese lugar entrañable de la cultura gallega a escritores de todas partes, y esta vez los continuadores de esta iniciativa han tenido la gentileza de llevarme a mi. Y he ido con muchísimo gusto. He hablado de la amistad y de los libros con los que se inició mi vida como lector. De la amistad hablé a propósito de Carlos, que fue un hombre generoso, abierto y leal, a quien nunca se le cruzó la tentación de la mezquindad que tanto abunda en el oficio de la vida pública, literaria, política, periodística... Por esa vía de la amistad, un ejercicio que exige la gimnasia de la generosidad, hablé también de Ángel González, a quien hoy los amigos rinden homenaje en Oviedo, una semana después de su muerte. Se hace raro: la palabra muerte unida a los nombres de gente tan vital, tan íntimamente ligada a la vida, como Carlos y como Ángel.

En la cena posterior a la charla estaban Cristina, la mujer sueca de Carlos, y Javier, el hermano de Carlos. Fue emocionante verles de nuevo, recordar de cerca la sensibilidad, el humor, esa disponibilidad para la charla y para la escucha, que distinguieron siempre a este extraordinario narrador que fue Casares. Javier desgranó algunas de esas extraordinarias anécdotas que su hermano y él atesoraron a lo largo de la vida y que Javier, que es pediatra, a lo mejor tendría que recoger algún día para que estén guardadas en un libro que las haga perdurables. Ayer contó una que yo no había escuchado nunca antes: un señor se presentó ante un funcionario, y declaró su nombre: Leonardo Obimar. ¿Y eso, qué es Obimar? El padre de este señor había tenido ocho hijos, a todos les puso el nombre que venía en el calendario de casa, y a este, a Leonardo, le tocó el día de San Leonardo, Ob. y Mar., es decir, obispo y mártir. Y se quedó Obimar, Leonardo Obimar.

Después me llevaron al hotel Los Galeones, en Vigo, para dormir. Me condujeron hasta allí José Luis Troitiña y Juan Fonseca, que tuvieron la gentileza de hacer un largo viaje para que yo descansara antes de emprender regreso, esta mañana, a las siete menos cuarto. Me colocó el hotel en la quinta planta, y me dispuse a dormir, y lo hice, durante un rato. A las dos y media de la madrugada me sobresalté con el ruido de una música insistente y ruin que me sacó del sueño con una violencia obscena, desesperante. Miré por la ventana, imaginando que ese ruido bacaladero vendría de un coche que pasaba o de una sala de fiestas cercana; era del hotel, del hotel Los Galeones, el depositario de los clientes con sueño, de gente que se supone que se aloja en un establecimiento hotelero para dormir y descansar. Me lo dijo el recepcionista: una empresa celebraba una fiesta, y había decidido que lo mejor era tener despierto al hotel entero. Llamé a la policía. La policía necesitaba una denuncia, no una simple llamada telefónica. Yo debía salir del hotel, tomar un taxi, ir a la comisaría. La música cesó en torno a las cuatro de la madrugada, y finalmente pude dormir una hora, hasta las cinco. Por la mañana puse una reclamación, que imagino que no servirá para nada: ¿quién devuelve el sueño perdido? Mientras estuve despierto escuché a Pizarro decir por qué se metía en política (para poder mirar a los ojos a las víctimas del terrorismo), y me asombré de la cantidad de malas noticias que se dan de madrugada, al menos en la televisión gallega, que era la que a esa hora daba las noticias. Entre las malas noticias, la que daba un pescador: va a subir el precio del bacalao. Me pareció irónico, que yo sufriera el bacalao musical y que se hablara del bacalao propiamente dicho en la tele. En fin.

Dudé si contar esta historia, porque es cierto que los periodistas no debemos utilizar el papel (o este ciberpapel) para denunciar lo que nos sucede personalmente. Lo he hecho por si sirve para que los que hayan sufrido lo mismo sepan que alguien más sufrió de insomnio esta noche que había empezado siendo muy hermosa, hasta que la interrumpió el bacalao.

Marcos Valcárcel López dijo...

Graciñas, ARUME, por colgar esta ampla referencia do blog de JUAN CRUZ. Ademais, xa vexo que pasou por alí e deixou ligazón desta casa. Grazas de novo.

Marcos Valcárcel López dijo...

Cruz evoca la figura de Casares en los Encontros del Liceo
CRISTINA HUETE en EL PAIS- Ourense - 19/01/2008

Juan Cruz contó ayer su literatura -su forma de escribir leyendo, detrás del ritmo que esconden las historias- y contó a Carlos Casares. "Las anécdotas narradas por él alcanzaban el grado máximo de cualquier historia", detalló expresando una queja: "Si hubiera profesores de Periodismo como Casares, el ejercicio de esta profesión sería mucho mejor en España".

La noticia en otros webs
webs en español
en otros idiomas
El escritor y periodista canario inauguró en el Liceo orensano una nueva edición de los Encontros literarios explicando cómo se hizo lector "en un lugar donde la miseria y la pobreza de la posguerra alcanzaba también a la cultura" y cómo, gracias a la radio, se aficionó a la lectura.

Cruz enumeró los primeros libros escogidos de la biblioteca próxima. Javier Mariño, de Torrente Ballester; Pequeñeces, del padre Coloma, Viaje al centro de la tierra, de Julio Verne, y Oliver Twist, de Dickens, fueron su iniciación a la literatura en la que trabaja "tratando de convertir mi mundo de escritor en un mundo de lector".

Y en esa explicación de su manera de armar historias, Cruz rindió homenaje a Casares, "uno de los grandes contadores de este país: reposado, divertido y muy brillante" y rememoró la última de las columnas del orensano, publicada el mismo día en que murió, "que trataba sobre si los conejos beben agua".

Los Encontros Literarios del Liceo continuarán el próximo día 21 con una conferencia de Luis Mateo Díez y Manuel Rivas pondrá el punto final el día 29.

(O FARO DE ORENSE publica tamén unha entrevista hoxe con J. Cruz, pero creo que non está na rede).