Recomendacións do chef
O escritor Manuel Vicent falou onte en Vigo das memorias culinarias. Foi presentado por Manuel Ángel Candelas, profesor de Literatura Española da Universidade de Vigo. E de seguro que dixo cousas interesantes, velaí a crónica de Fernando Franco:
La columna vertebral de nuestra alma es el humo, dijo acudiendo a una de esas finas metáforas que alimentan sus escritos, "pero ese humo que salía de la cocina de nuestra madre o nuestra abuela, desde la que recibimos las primeras consideraciones sobre la vida". La memoria culinaria que se empieza a labrar en la infancia. De eso habló también en el toma y daca del coloquio. "Recuerdo que de niño, en medio del hambre de posguerra, en mi pueblo valenciano las familias se dividían en dos: las de casas donde amasaban pan y las de casas donde no amasaban. Eso significaba que tenían o no harina y en esa división consistía entonces ser absolutamente rico o ser un pobre de solemnidad". Para Vicent, cualquiera puede cambiar de dioses pero no de alimentos y, acudiendo a un simil teresiano, comentó que "en realidad, Dios está dentro de un buen potaje" (Hai tamén crónica deste encontro no blog de Arume dos Piñeiros).
E en Galicia Hoxe Anxo Tarrío escribe sobre o manifesto do "E" e sobre a corrección na lingua:
O que máis irrita o cronista é que teñamos que facer este tipo de comentarios e xestos simbólicos simplemente para que se restableza o que é propio do noso idioma. Ocorre como co famoso L da Coruña. Loitouse até instancias xudiciais por un L de máis, cousa que a min me sobe as cores á cara, quero dicir que me arrubía as fazulas, cando tamén, e con toda a razón, se podería loitar pola forma Cruña no canto de Coruña, pois é a máis celticamente etimolóxica, a que utilizaron moito os axentes culturais da Época Nós (1916-1936) e, dende logo, a máis popular até non hai moitos anos. Pero iso volvería carioco a Paco Vázquez. Imaxine o lector que o flamante embaixador no Vaticano tivese que enzoufar a boca dicindo A Cruña, por certo, unha forma ben bonita e eufónica deturpada polo fenómeno que a terminoloxía filolóxica chama anaptixe (o que lle pasou, se mal non recordo, á palabra crónica na Idade Media, que a volveu en corónica).
2 comentarios:
Unhas alfaias vicentinas:
La paella tiene un desarrollo táctico distinto según la guise un hombre o una mujer. He presenciado cientos de paellas en mi vida hechas por mi madre, por mi tía Pura y por mis hermanas. Las mujeres no le dan ninguna importancia a este guiso. Mientras se hacía el caldo mi tía iba a misa los domingos e incluso le daba tiempo a oír el sermón. Mi madre arreglaba la casa y pasaba el plumero por los muebles durante la cocción y mis hermanas podían dar el biberón a sus hijos recién nacidos y sólo de vez en cuando acudían a la cocina a vigilar el fuego.
Cuando la paella la guisa un hombre, que no es cazador o marinero, en cuyo caso no hay literatura, empieza con que el cocinero se inviste de una gran responsabilidad, que está entre la angustia y la euforia, como si fuera a oficiar una ceremonia sagrada. Las paellas hechas por aficionados siguen una estrategia determinada, según la personalidad de cada uno.
La paella operativa. Se debe a algunos cocineros que confunden ese guiso dominguero con el desembarco de Normandía. ¡¡Fuera los niños de la cocina!!, gritan antes de empezar. Y si la paella se hace en el jardín crean una tierra de nadie en torno al fuego y no permiten que nadie se acerque a especular ni a dar consejos.
Ya no existe ningún amigo progresista, empezando por mí mismo, que no presuma de saber cocinar un plato muy elaborado y de su exclusiva especialidad. Uno llega desarmado a la casa de un antiguo rojo y se encuentra con una bazofia imaginativa de su propia creación, cocinada con sus propias manos, las mismas que un día manejaban tantos panfletos. EN ese caso tienes una grave desventajas: en la cas d eun amigo no puedes rechazar la comida, cosa que puedes hacer en cualquier restaurante. Allí estás sometido a tener que alabarla después de haberla ingerido, aunque te espere una digestión como la noche de los Walpurgis. FElices tiempos.
Non trato persoalmente a Cancelas, aínda que o coñezo de vista. Pero paréceme un tipo culto, elegante, intelixente e boa xente. Sen dúbida que tivo que facer unha excelente presentación de Manuel Vicent.
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